domingo, 29 de julio de 2012

El Caballero Oscuro, o cómo Christopher Nolan salvó a Batman

Christian Bale en la armadura de Batman
En 1989, Tim Burton logró romper todos los récords al resucitar a Batman, que había pasado años fuera de la pantalla grande. Las películas previas habían sido prácticamente infantiles. Batman y su secuela (Batman Returns, de 1992) se desarrollan en una Gotham (o Ciudad Gótica) oscura y opresiva, cosa que no podía haber sido de otra forma, ni por ser Gotham ni por ser Burton su director. La acción ocurre en un tiempo no definido -con reminiscencias de la Chicago de los '50 y detalles futuristas- pero muy violento. Las mafias asolaban las calles y la llegada del encapotado les daría un hueso más duro de roer que la ineficiente y corrupta policía local, al tiempo que daría origen a su archienemigo: el Joker.

Seleccionar a los actores fue un desafío y Burton, como siempre, se alejó de los cánones habituales. Jack Nicholson fue indiscutiblemente la mejor elección posible para el Joker, pero Michael Keaton como Batman era otro cantar. Keaton ya había demostrado sus cualidades actorales, pero los bat-fans lo criticaron duramente, exigiendo que se lo cambie por un actor más masculino, un duro, un testosterone-man, como cualquiera de los que por estos días se reunieron en The Expendables 1 y 2. Los fans realmente llegaron a sugerir actores como Sylvester Stallone o Clint Eastwood para el rol. Para su sorpresa, apenas vieron las primeras escenas proyectadas en los avances en las salas de cine, las críticas cesaron y sólo pedían más. Es que la película de Burton fue realmente impresionante.

El director incorporó varios detalles nuevos en el mundo de Batman, pero el cambio más importante respecto de los comics, fue que desde ahí en adelante nuestro héroe se valdría de una armadura con músculos simulados, abandonando para siempre las mallas reveladoras de pancitas choperas. Además, el Hombre Murciélago empieza a utilizar todos los artilugios tecnológicos a su alcance para trepar, saltar y volar, proezas que en las historias gráficas realizaba en mayor medida gracias a su destreza física, usando a lo sumo un Batarang y una soga.

En 1995, un error de esos que Hollywood suele cometer le dio las riendas a Joel Schumacher, error que se repitió (agravado, si eso fuera posible) dos años después. De esos dos errores prefiero ni hablar, pero lo podemos resumir con una frase de George Clooney, quien personificó al murciélago en el segundo de ellos: "Yo maté a Batman". Pasarían diez años antes de que alguien intentara devolver a Batman a su grandeza y alejarlo del ridículo en el que lo sumieron, como si se hubieran confabulado para ello, los irrisorios villanos, el insoportable Robin y la penosa Batgirl.

Llegó 2005 y llegó Christopher Nolan para salvarnos -y a Batman- con una trilogía casi perfecta. Su realismo, inusual en películas de superhéroes, le da a Batman la seriedad que merece y que siempre debió haber tenido. Nolan tomó lo mejor de la Batman de 1989, le quitó las excentricidades de Burton y usó media película para mostrarnos el origen que nos propone para el Caballero Oscuro, como se conoce a Batman en los comics (y no "El Caballero de la Noche", que es una traducción errónea). El resultado está entre un policial negro y una de aventuras, con mafiosos y villanos un tanto particulares que resultan más peligrosos que aquellos. Las películas no podían ser menos oscuras que su personaje principal, pero aún así hay varias escenas a plena luz de día y los escenarios son mucho más abiertos que en las de Burton, mostrando una Gotham que es obviamente una mezcla de Nueva York y Chicago. También resulta interesante que, a pesar de tratarse de tres películas de gran violencia, no son en absoluto sangrientas. Esto, supongo, para que sean accesibles a públicos de todas las edades. La filmación es impecable, el despliegue visual es impresionante y la música termina de darle el toque épico.

**¡¡Atención: aquí empiezan los spoilers!!**

Los villanos

Heath Ledger como el mejor Joker
Lejos de lo grotesco de los de Burton y Schumacher (el Joker no era el único que resultaba payasesco, quizás todo lo contrario), los de Nolan son bastante más creíbles. El mejor de ellos, por lejos, es y será siempre el Joker. Entre las dos versiones, los laureles se los lleva Heath Ledger, por un lado porque su actuación fue magistral, y por el otro simplemente porque Jack es el Joker. Burton le debe haber dicho algo así como "Jack, dejate llevar y sé vos mismo", mientras que Ledger realmente tuvo que actuar.

Anne Hathaway como Selina Kyle
Anne Hathaway, por su parte, se acerca mucho más que Michelle Pfeiffer a la Catwoman original, una hábil ladrona de joyas sin los toques psicóticos de la primera. Cabe destacar que en la nueva película, el personaje nunca usa ese nombre artístico. Sólo gracias a unos anteojos con adminículos de ladrona (visión nocturna, quizás, aunque como no se explicita a lo mejor sólo eran lentes con aumento) que al rebatirlos hacia arriba parecen orejas felinas, vemos una similitud con el desfraz de Julie Newmar en la serie de TV de los años '60.
Aaron Eckhart como "Two Face" Harvey Dent

Dos Caras también aparece en ambas versiones. El de Tommy Lee Jones no era más que un matón parlanchín cuyo origen vemos en un breve flashback, mientras que el de Aaron Eckhart es durante casi toda la película el heroico fiscal Harvey Dent y sólo al final se transforma efímeramente en el villano, un personaje con mucha más profundidad que el de Jones.
 

Tom Hardy como Bane

En cuanto a Bane, el de Schumacher fue directamente ridículo. Un enclenque y flacucho asesino que, pócima venenosa mediante, adquiere en pocos segundos la masa corporal de Hulk. El de Nolan, en la piel de Tom Hardy, se acercó mucho más al original, un fornido terrorista con una especie de respirador artificial en la cara, cuyo único objetivo es destruir a Batman y dominar Gotham.

Los buenos

En las cuatro películas anteriores, sólo se mantuvieron constantes los actores Michael Gough, impecable como el mayordomo Alfred, y Pat Hingle como el Comisionado Gordon. En la nueva versión fueron reemplazados por un excelente Michael Caine y un sublime Gary Oldman. A ellos se suma ni más ni menos que Morgan Freeman, encarnando a Lucius Fox.

Ahora, a los bifes. Los errores o inconsistencias que me parecieron dignos de señalarse son pocos:

Batman Begins
Liam Neeson como Ra's al Ghul
-En la primera película, Ra's al Ghul pretende liberar en el aire de Gotham una toxina creada por el Espantapájaros, para sembrar pánico en la gente y que las personas se maten entre ellas. Para eso, en lugar de simplemente rociarla desde el cielo con un par de aviones, sus secuaces la vierten durante semanas en el agua de la ciudad, para luego evaporar súbitamente toda esa agua usando una especie de microondas con esteroides. El problema con esta idea es que las microondas no sólo calentarían el agua de las cañerías, sino también toda el agua que contuvieran todas las cosas dentro del radio de alcance del aparato: en las botellas de bebidas, en los alimentos, en las plantas, en los animales y en los humanos, incluidos Ra's al Ghul & friends.

-Vemos que la guarida de la Liga de las Sombras está en lo alto de una montaña en el Tibet. Si bien no se dice a qué altura se encuentra, cabe recordar que a mayor altura sobre el nivel del mar hay menor concentración de oxígeno. Si la guarida se encontraba realmente alto, debe haber sido difícil vivir ahí, por no hablar de entrenar, correr, y pelear.

-Sé que Batman es Batman, y que lo que no tiene en superpoderes lo compensa con una fuerza de voluntad casi sobrehumana, pero me parece que siete años es poco tiempo para haber aprendido y dominado tantas artes marciales, al mismo tiempo que se dedicaba a aprender todo lo que pudiera sobre el mundo del hampa, ¿no?

-En general, no me gusta cuando las historias tienen giros innecesarios. ¿Hacía falta que el malo de la película inicial de la saga justo fuera, también, el responsable del asesinato de los padres de Wayne? Recordemos, el Joker los asesina en la de Burton y en la de Nolan Ra's al Ghul afirma haber causado la debacle económica de la ciudad, por lo cual había tantos criminales y uno de ellos fue el asesino.

The Dark Knight
-En esta, mi favorita, sólo tengo dos observaciones, y están relacionadas con las cicatrices de los malos. En el desfile, ¿nadie reconoció al Joker? Digo, incluso sin el maquillaje su cara no podía pasar muy desapercibida.

-Con respecto a Dos Caras, me parece que hubiera sido igual de impresionante si no se hubiera quemado exactamente la mitad de su rostro y su cabello, algo altamente improbable, dado que el cabello se quema muy fácilmente. Además, estoy seguro de que también debería haber perdido el ojo de ese lado. Es un detalle menor, pero en una película que busca realismo se podría haber evitado.

The Dark Knight Rises
-El secuestro del físico es impresionante, pero es difícil de creer que al avión de arriba no le haya costado ni siquiera un poco ir arrastrando al de abajo. No se lo ve inclinarse ni perder altitud cuando de repente tiene esa carga extra.

-De nuevo, sé que Batman es Batman, pero al principio Wayne aparece con un bastón y dice no haber usado la máscara en ocho años, ¿y en un par de días está peleando, andando en moto y volando en el Murciélago? Después de la pelea con Bane pasa lo mismo, pero esta vez Bruce no sólo tenía que seguir recuperando su estado físico de ocho años antes, sino que también tenía que hacerlo con una columna vertebral dañada (en el comic Bane le rompe la espalda, pero aquí sólo le hace saltar una vértebra, cosa que un compañero de cárcel -cual quiropráctico improvisado- le arregla de un golpe) y una pierna muy debilitada (es de suponer que sus captores no le pemitieron conservar la férula que lo ayudaba con ese problema). Me parece que cinco meses es muy poco tiempo para estar como nuevo.

-Una vez fuera del pozo, queda una cuestión para nada trivial, pero no resuelta en la película: cómo volver a Gotham. La ciudad estaba sitiada y vigilada y él estaba al otro lado del mundo y no tenía ni un peso. Un misterio. También me llamó la atención que en esos cinco meses nadie hubiera descubierto al Murciélago, que dejó "estacionado" en la terraza de un edificio.

-Para terminar, estamos de acuerdo en que, si Batman debía irse, una bomba atómica era un ¿final? adecuado. Pero al menos podrían haber incluido un pequeño tsunami, como para que la explosión pareciera más real.

martes, 24 de julio de 2012

El Padre Ignacio, el ilustre manochanta de mi ciudad

Nuestra celebridad y su toque sanador
En Rosario tenemos varias celebridades y, entre ellas, nuestro propio cura "sanador". Ignacio Peries Kurukulasuriya, a quien conocemos como Padre Ignacio, no se parece a los demás sacerdotes católicos. Su origen ceilandés y su voz, similar a la de Quico -el personaje de El Chavo del 8-, le dan un cierto perfil exótico (y bueno, "nadie es profeta en su tierra"). Si bien la mayoría de los sacerdotes se autoproclaman intermediarios entre su dios y nosotros, los mortales, pocos se autoasignan poderes mágicos, como sanar a las personas al tocarlas o saber cosas de sus vidas con sólo mirarlas, actuando como vehículo directo de los milagros de Dios. Y eso es lo que hace diferente a Ignacio Peries. Él afirma todo eso.

Sin dudas, el Padre Ignacio tiene un gran carisma, pero lo que atrae a miles de personas a visitar su parroquia no es eso, ni las obras que su fundación hace con el dinero recaudado, sino la esperanza depositada en la promesa de sus dones de curación. La gente que lo visita y escucha, más que cualquier otra cosa, busca un milagro: ser curada de alguna enfermedad, conseguir o recuperar un trabajo, pedir por el bienestar de algún ser querido, superar un mal momento o reponerse de una desgracia, etcétera. Y esas son cosas que el Padre Ignacio no les puede dar, no importa que él afirme que sí, ni que la gente así lo crea. Porque ninguna persona tiene poderes, y ninguna persona tiene una "relación especial" con ningún dios.
"Primero les pregunta por qué han venido y qué les sucede. Luego, toca las partes del cuerpo en las que puede estar la afección, les impone las manos y, en algunas oportunidades, los toma de la nuca y los fieles caen al suelo, en donde prosigue con la 'sanación'." - Nota de 1998 en La Nación
En los medios de nuestra ciudad -y casi diría del país-, los "poderes" de Ignacio Peries o su calidad de "instrumento de Dios" no son nunca discutidos ni cuestionados. Se aceptan como él los afirma. El que quiera creer, que crea. Lo que opinen otras religiones o los ateos, no tiene importancia. Así que a ningún periodista le parece relevante que miles de personas vayan a ver a un curandero glorificado para que intente resolver sus problemas, de salud o de lo que sea.

Hay quienes proponen que si es cierto lo que afirman los curas sanadores, éstos vayan a trabajar curando gente en los hospitales, en lugar de atraer fieles a sus iglesias y parroquias. El problema de esa propuesta es que parte de admitir que existe la posibilidad. Yo no la admito. No existe la magia, no existen los dioses, y nadie tiene línea directa con ellos, ni con duendes o hadas. Antes de sugerir que trabajen en contacto con personas enfermas, les exigiría que demuestren sus supuestos "poderes". Por supuesto, no podrán. Jamás pudieron. De lo contrario, ya sería noticia mundial y las facultades de medicina estarían cerradas con un cartel de "si está enfermo, vaya a ver a su cura sanador".

Al menos, la página web de su parroquia, Natividad del Señor, está bastante bien hecha. Hay un link para ver sus misas on line (aunque por ahora dice "próximamente"); pueden verse los horarios de las misas y otras actividades; uno puede incluso bajarse un pdf con las oraciones, que están divididas entre "las de la tradición cristiana" y "las del Padre Ignacio", que llevan su firma. Esta parte me llamó la atención, ya que no sabía que uno pudiera "inventar" oraciones. Por suerte, Pablo, de Alerta Religión, me aclaró la cuestión:
"Aunque habrá gente muy tradicional que se oponga, las oraciones cristianas son open source. Hay oraciones que son como rituales fijos y hay que repetirlas tal cual porque a fin de cuentas no quieren decir nada, son como mantras, como el Ave María en el Rosario (nunca le digas esto a un católico, pero es así). Pero fuera de eso, cualquiera puede inventarse una charla con Dios y decir que es 'su' oración."
En la página también se publicitan las obras que lleva adelante la parroquia. Entre ellas, tres escuelas, un polideportivo, una casa de formación, y un dispensario. Sí, porque el Padre Ignacio será milagroso, pero no puede curar a todos, ¿no? Me intriga saber cómo será el trato en la sala de ginecología y obstetricia de un dispensario fundado y manejado por una parroquia, pero eso es tema aparte. También es interesante que haya un servicio de psicología. ¿No se supone que para eso están los sacerdotes? También hay psiquiatras, así que podría ser muy malo y preguntar si consideran que afirmar que uno habla con un amigo imaginario todopoderoso que dice que va a curar gente a través nuestro es algún tipo de patología y qué droga recomiendan. Sobre esto último también podríamos, obviamente, preguntarnos porqué un ser todopoderoso necesitaría de un simple mortal para ejercer su milagros. Bueno, quizás no sea tan omnipotente.

Hace poco, en un diario local, el Padre Ignacio se arremangó y salió a hablar del aborto, la educación sexual, el divorcio y la homosexualidad, a la que llamó "un problema psicológico". Para hacer honor a la verdad, Peries suele ser más bien de perfil bajo. No es común que dé entrevistas sobre temas escabrosos, y en esta oportunidad debe haber recordado porqué. Apenas se publicó la nota, la asociación civil Vox le salió al cruce, exigiendo que se rectifique, cosa que no hizo hasta casi dos meses después al reunirse con sus representantes. En esa reunión, Peries cambió totalmente de discurso, afirmando que "la homosexualidad, lejos de ser un pecado, es otra forma de manifestar amor." El encuentro casi no tuvo repercusión mediática, como era de esperar. De todas formas, sirvió para mostrar, una vez más, que la opinión de los eclesiásticos sobre este y muchos otros temas es pura política y no refleja en absoluto una supuesta verdad divina. Una carta de lectores publicada en ese mismo diario me pareció muy acertada.

También me quería referir a cómo los medios les dan lugar a este tipo de charlatanes sin cuestionar nada. Directamente los aceptan como "milagrosos". Esas no son entrevistas, es publicidad. No veo mucha diferencia entre darle un espacio en la TV al Padre Ignacio o a Ludovica Squirru. Esta gente no es milagrosa ni son intermediarios entre sus dioses mitológicos y los humanos. Promueven el misticismo, las supersticiones y el pensamiento mágico y muchos de ellos cobran un sueldo que pagamos todos, católicos, musulmanes, judíos y ateos. Hablan sobre cosas para las que no están preparados ni tienen conocimientos suficientes e influyen en la opinión de mucha gente.

jueves, 19 de julio de 2012

Maus, de Art Spiegelman


Hace pocos días, durante una reunión con el Círculo Escéptico, charlábamos sobre las huellas psicológicas que el Holocausto dejó en los sobrevivientes. Podrían llenarse libros con este tema, y justamente es sobre uno de esos libros que quería escribir este post. Pero no es un libro de psicoanálisis ni un estudio histórico de la Segunda Guerra. Es un cómic o, mejor dicho, una novela gráfica.

Maus (ratón en alemán) cuenta la historia de Vladek Spiegelman, un sobreviviente de los campos de concentración nazis, tal como se la contó muchos años después a su hijo, el escritor Art Spiegelman. Una de las muchas particularidades de Maus es que los personajes son personas con rostros y rasgos animales, o animales antropomórficos. A cada nacionalidad el autor le asignó un animal: los judíos son representados como ratones, los alemanes como gatos, los polacos como cerdos, los franceses como ranas y los estadounidenses como perros, entre otros. La metáfora está inspirada principalmente en las propagandas nazis, que mostraban a los judíos como ratas.

La historia de Vladek se intercala con otras dos. Por un lado, la de Art entrevistándolo y, por el otro, con Art, años después, manteniendo conversaciones con su analista, a quien le describe cómo eran esas charlas y discusiones. Es en esas sesiones donde surge, inevitablemente, el tema de la culpa. La culpa que posiblemente sentía Vladek por haber sobrevivido y que quizás depositó en su hijo; la culpa que siente Art por haber logrado su mayor éxito como escritor al relatar la terrible odisea de su padre y uno de los acontecimientos más horribles en la historia de la humanidad, en el que murieron millones de personas, sin haber siquiera vivido en esa época. Al inicio del capítulo dos del segundo tomo, Art está literalmente escribiendo sobre los cuerpos de los judíos muertos, reflejando así la culpa que siente.

Un detalle interesante es que al hablar del pasado, tanto de la historia de su padre como la de sus entrevistas con él, los personajes son animales antropomórficos. Pero en el presente, en sus charlas con su analista o cuando se representa a sí mismo dibujando, los personajes son humanos con máscaras de animales.

La necesidad de Art de contar la historia de su padre, como una forma de hacer las paces con él, se une a la de recordar el Holocausto sin importar cuánto duela, para que nunca vuelva a suceder algo así. Pero el racismo no sólo aparece en Maus en forma de antisemitismo: para sorpresa de su hijo, a pesar de lo que sufrió a manos de los nazis, Vladek desprecia a los negros. Esto es, según cuenta, porque le robaban cada vez que se descuidaba cuando llegó a Nueva York.

En Maus el autor describe lo mejor y lo peor de los seres humanos, tal como surge en los momentos más terribles, en las situaciones de vida o muerte. Personas que se traicionan unas a otras con la esperanza de sobrevivir o salvar a un familiar y, al mismo tiempo, gente que arriesga todo por ayudar a un desconocido. Una historia desgarradora, violentamente real, que todos deberían leer.

martes, 17 de julio de 2012

Reunión del Círculo Escéptico y visita al Museo de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia"



El domingo 15 de julio, nueve miembros del Círculo Escéptico Argentino (CEA) nos reunimos en un bar ubicado en las proximidades del Parque Centenario, en Capital Federal.

La reunión comenzó a las once de la mañana y durante tres horas charlamos de los temas más diversos, desde las huellas psicológicas de los sobrevivientes del Holocausto, hasta qué especie de dinosaurio nos gustaría revivir, qué sabor tendría si lo cocináramos, la inexistencia histórica de Moisés, para qué sirve un llavero radiactivo y el llamativo nombre -"Marie Curie"- de una choripanería cercana, pasando por todos los temas intermedios.

También le dedicamos algo de tiempo a asuntos más relacionados con el CEA, particularmente al espacio que le dan los medios a las pseudociencias y otros engaños. Recordamos algunos de los muchos timadores que han tenido frecuentes apariciones en la televisión, los diarios y las revistas (y muchos siguen reapareciendo, a pesar de que varias veces han protagonizado fallidos desastrosos): astrólogos, como Ludovica Squirru, Lily Sullos, Blanca Curi (1950-2010) y Horangel; mentalistas, como Ricardo Schiariti o Janin y Javis; ilusionistas, como Tony Camo.

Después de desayunar y almorzar en el bar ingresamos al Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, que algunos ya conocíamos y otros visitaban por primera vez, y donde nos encontramos con dos colegas escépticos más. Nuestra impresión fue que es un espacio muy recomendable para visitar, con buen nivel de información, exposiciones completas y bien presentadas. Si bien la mayoría de los ejemplares datan de hace muchos años, se encuentran muy bien conservados y expuestos. Especial atención le prestamos a la sala de los dinosaurios, para conocer a su más reciente incorporación, el Bicentenaria argentina, un dinosaurio carnívoro de tamaño mediano que vivió durante el período Cretácico, hace alrededor de 90 millones de años. La historia de su hallazgo es muy interesante, ya que fue totalmente fortuito: durante una bajante del lago Ezequiel Ramos Mejía, en Río Negro, un pescador vio un grupo de huesos asomando en la orilla y decidió excavar y guardarlos. Encontró unos 130 huesos. Si bien esto fue en 1997, no fue hasta diez años después que los paleontólogos se enteraron del descubrimiento y determinaron su importancia.
Dos ejemplares de Bicentenaria argentina


Detalle del cráneo de B. argentina


 
Al margen del contenido del museo en sí mismo, a todos nos llamaron la atención los excelentes detalles de la arquitectura del edificio: las rejas de las puertas de ingreso representan arañas en sus telas, las terminaciones de las columnas de la planta baja del edificio tienen forma de murciélagos, las barandas de las escaleras tienen un entramado en forma de caracoles, en los muros externos hay búhos gigantes -todo esto aparentemente como parte de la arquitectura original- y posiblemente se nos hayan escapado más detalles. Realmente, un museo muy interesante. Lo que no vimos fue venta de ningún tipo de publicaciones, ni tampoco llaveros, remeras u otros artículos de merchandising, cosas que a mí me gustan mucho en los museos.
Detalles en las columnas
Detalles en el ingreso

Exterior del museo



Yo me fui cuando la recorrida por el museo casi terminaba, así que el resto nos lo cuenta Jorge, autor de La Debilidad de los Dioses:

"Abandonamos este lugar a media tarde, momento en el que nos despedimos de dos integrantes y el resto nos dirigimos caminando al Starbucks del Abasto. Por supuesto, luego de tomar un café recorrimos ampliamente el shopping, quedando finalmente cuatro integrantes que nos dirigimos -siempre a pie- a compartir una cena en la zona cerca de Retiro, a media cuadra de Galerías Pacífico. Y desde ya, todo el tiempo conversando a más no poder sobre tantas cosas interesantísimas que sería imposible resumirlas en este post. En resumidas cuentas, un día muy largo, terminando con nuestras cabezas en riesgo de colapso nuclear y nuestros pies desafiando las leyes de la termodinámica."

A todos aquellos que se lo hayan perdido, no dejen de estar atentos a los próximos encuentros, que siempre anunciamos con tiempo a través del blog del CEA y las redes sociales.

¡Nos vemos la próxima!

sábado, 7 de julio de 2012

Higgs: 4,9 σ - Dios: 0 σ

Peter Higgs
¿De dónde salimos? ¿Nos hizo Dios, o simplemente aparecimos aquí en la Tierra por azar? Para contestar este tipo de preguntas, podemos pasarnos la vida buscando a Dios o podemos examinar de qué estamos hechos. Recuerdo un debate sobre la Creación en la escuela secundaria. Uno de mis argumentos era que, si nos hubiera hecho un dios, no había ninguna necesidad de hacernos de forma tan complicada, con células de estructuras tan complejas, tejidos diversos formando órganos con funciones específicas, etc. ¿Para qué hacernos con un sistema nervioso, en lugar de hacer que las heridas nos duelan porque sí? ¿Por qué no hacernos de un solo material, como un muñeco de madera o de arcilla? ¿La Biblia misma no dice que fuimos hechos de barro (o de tierra)? Más allá de la constitución de nuestros cuerpos, si analizamos la constitución de todo lo que nos rodea, ¿cuál era la necesidad de hacer que todo lo que existe esté compuesto por moléculas, átomos y partículas subatómicas? ¿Para qué crear las cuatro fuerzas fundamentales? ¿Por qué las cosas no se mantienen unidas simplemente por la voluntad de Dios? Los creyentes, claro, dirán que ESA ES justamente la voluntad de Dios, que todo es así porque Él quiere, pero eso es algo que ni ellos ni nadie tienen forma alguna de saber ni puede ser demostrado, por lo que la pregunta sigue sin respuesta. No se puede demostrar que los dioses existan ni que no existan, ni mucho menos puede nadie saber qué quiere o no quiere un dios.

Esta discusión, de qué está hecha la materia, está relacionada con el argumento del Dios de los huecos, que dice que todo aquello que puede ser explicado por la razón humana queda fuera de la acción divina y, de esta forma, la acción de los dioses queda confinada a los “huecos” que la ciencia no puede explicar. Esta teoría, obviamente, se aplica a todas aquellas personas que necesitan creer en algo superior, pero que al mismo tiempo no tienen ningún problema en aceptar los descubrimientos y desarrollos científicos, una vez que éstos demuestran ser válidos. Simplemente consideran que su dios se ubica “un poco más allá” (bueno, a veces no tan simplemente). Por supuesto, y lamentablemente, también hay gente que no acepta a la ciencia como método válido, pero eso es material para otra discusión.

Decíamos que saber de qué está hecho todo lo que vemos, incluidos nosotros mismos, es una de las preguntas más antiguas y difíciles de responder y que se relaciona con la necesidad de saber quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. El descubrimiento del bosón de Higgs nos ayuda a comprenderlo un poco mejor.
 
Estructura de la molécula de vitamina B12
Como sabemos, las distintas sustancias que forman todas las cosas que conocemos están hechas de moléculas. Éstas pueden ser orgánicas o inorgánicas y tienen muy diversas composiciones y estructuras. Las moléculas pueden interactuar entre sí de varias formas, romperse o unirse, mezclarse o separarse, originando compuestos. Estas moléculas, a su vez, están formadas por átomos unidos entre sí por fuerzas químicas y electromagnéticas. Una molécula pequeña, como la del agua, está formada por tres átomos: dos de hidrógeno unidos a uno de oxígeno. Una molécula grande -o macromolécula-, como la del ADN humano, se calcula que puede contener algo más de 200.000 millones de átomos. Entonces, ¿qué son los átomos?

Los griegos (Demócrito, Leucipo y Epicuro) imaginaron la existencia de los átomos, con el objetivo de explicar que la materia no podía dividirse indefinidamente, sino que debía existir una unidad básica que la forme y que al combinarse creara todo lo que nos rodea. Por supuesto, estos filósofos no podían saber cómo eran los átomos en realidad -algunos creían que se unían entre sí de forma física, mediante pequeños ganchos- y su verdadera naturaleza permaneció en el misterio durante cientos de años. Los científicos modernos, intrigados por conocer su estructura, propusieron varios modelos y los pusieron a prueba por medio de experimentos, además de someterlos al análisis de sus pares. 

John Dalton
El primero en elaborar un modelo con bases científicas fue Dalton (1808), que básicamente consideraba a los átomos como pequeñas bolitas indivisibles e indestructibles, que tenían distintos tamaños según de qué elemento químico eran, y que se podían combinar entre sí. Si bien el modelo era precario, fue un gran avance, que en cierta medida se basó en la Ley de conservación de masa, establecida por Lavoisier, según la cual “la materia no se crea ni se destruye, sino que se transforma”. En 1897 Thomson descubre el electrón, lo que lo lleva a proponer un nuevo modelo, en el cual los electrones, a los que arbitrariamente asigna carga eléctrica negativa, estaban inmersos en una masa positiva. Este modelo es descripto como un pan dulce esférico (la parte positiva) con pasas de uva (las partes negativas) distribuidas en su interior. Jean Perrin lo modificó, estableciendo que los electrones se ubicaban en la periferia de la masa positiva (como si las pasas estuvieran solamente en la superficie del pan dulce). 

En 1910 Rutherford llevó a cabo un experimento para corroborar la validez del modelo de Thomson y encontró que en realidad la parte positiva está concentrada en un núcleo, con los electrones girando en torno al mismo en órbitas ubicadas a una cierta distancia del mismo, y que el espacio entre ambas partes es vacío. Rutherford también predijo, en 1920, la existencia del neutrón, ubicado en el núcleo junto con los protones. En 1913 Bohr presenta un nuevo modelo, según el cual los electrones giran en orbitas distintas, cuyas distancias al núcleo dependen de su nivel de energía asociada, de forma que los electrones con más energía se encuentran en órbitas más alejadas del mismo. También introdujo el concepto de que al irradiarse energía sobre algún electrón, éste puede saltar de un nivel al siguiente o, incluso, liberarse de la atracción del núcleo y escaparse del átomo. Este fue el modelo más aceptado hasta que, en 1926, Schrödinger interpretó a los electrones como partículas con propiedades de onda, lo cual lo llevó a describirlos por medio de funciones de onda. A partir de entonces, ya no se habla de órbitas, si no de unas zonas de probabilidad -o nubes de probabilidad- alrededor del núcleo, denominadas orbitales y descriptas por funciones matemáticas, en las cuales hay una alta probabilidad de encontrar un electrón.
 
Llegados a este punto, los científicos ya se estaban preguntando de qué estarían hechos los protones, neutrones y electrones que forman los átomos y, más importante, cómo comprobarlo. La única forma concebida hasta el momento es hacer chocar partículas entre sí, detectar los resultados, cuantificarlos y analizarlos mediante la estadística. Por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo. Para lograrlo, hubo que construir unos aparatos llamados Aceleradores de partículas, que básicamente generan campos electromagnéticos para acelerar las partículas a velocidades enormes. Los primeros datan de 1931 y 1932, pero a la fecha ya se han construido varios en Norteamérica, Europa y Asia, de distintas formas, tamaños y funciones. Uno de sus componentes principales son los Detectores de partículas, que también pueden tener distintas características según su uso.

Los estudios posteriores revelaron que los protones y neutrones son partículas compuestas, lo que llevó a acuñar el término partículas elementales para aquellas partículas que, hasta donde se sabe, no están formadas por otras más simples. En los años ’70 se desarrolló el modelo estándar de la física de partículas, con el objetivo de describir las interacciones entre las partículas elementales. Vamos a describir parte del modelo estándar muy básicamente y sin entrar en detalles. Para más información, sólo hay que seguir los links.

Hay dos tipos básicos de partículas:

1- Los fermiones: se considera que son los constituyentes básicos de la materia y que le dan a ésta casi toda su masa. Los fermiones elementales se clasifican en dos grupos:
* Quarks: son los que forman los protones, neutrones, hadrones y otras partículas compuestas. Se unen entre sí mediante partículas llamadas gluones y pueden experimentar la interacción nuclear fuerte. Existen seis tipos diferentes de quarks, y tienen nombres bastante llamativos (sí, me tentó poner particulares):
o   arriba
o   abajo
o   fondo
o   cima
o   extraño
o   encanto
* Leptones: entre ellos se encuentran los electrones y otras partículas que interactúan básicamente mediante la interacción electrodébil. Existen seis tipos diferentes de leptones:
o   electrón
o   neutrino e
o   muon
o   neutrino µ
o   tau
o   neutrino τ
   
    2- Los bosones: en física de altas energías y de partículas se dice que son mediadores de fuerza o partículas portadoras de las interacciones fundamentales. A los bosones involucrados en dichas interacciones se les denomina bosones gauge. Éstos son:
* el gravitón (todavía teórico) para la fuerza gravitatoria

Ahora, ¿qué es el famoso bosón de Higgs? Para explicarlo de la forma más simple posible, Peter Higgs y su equipo propusieron en 1964 la existencia de un campo cuántico que atraviesa todo el universo y que sería el responsable de darle masa a las partículas elementales. Como todos los campos cuánticos tienen una partícula fundamental asociada a ellos, al campo de Higgs le debía corresponder una partícula de Higgs, que sería el cuanto o unidad mínima de ese campo. Encontrarla era imperativo para demostrar la existencia del campo y la validez del modelo.

Encontrar esta partícula no fue nada fácil, pero al fin, después de años de trabajo y unos cuantos millones de euros, los experimentos ATLAS y CMS del Gran Colisionador de Hadrones se han completado, permitiendo confirmar con la mayor certeza posible que existe y está ahí. Los científicos a cargo del CMC confirmaron que los datos obtenidos tienen una significancia estadística de 4,9 σ (sigma), que es suficientemente alta como para considerarla una certeza. A su vez, los responsables del ATLAS aseguran que han detectado esta nueva partícula a 5 sigma, lo que equivale a una certeza del 99,9999%. Como dato interesante para los que les gusten los números grandes, se calcula que en todos estos años se han hecho chocar 500 billones de partículas (500.000.000.000.000 partículas) hasta encontrar el bosón de Higgs.


Por algo le dicen "Gran" Colicionador de Hadrones

El ejemplo más simple que se ha propuesto para entender este modelo describe una fiesta en un salón, en el cual los invitados están uniformemente distribuidos. En un momento dado entra alguien conocido o famoso y, naturalmente, todos los invitados tienden a acercarse y rodearlo a medida que atraviesa la sala, haciendo más difícil su paso. El famoso sería una partícula, cada invitado sería un bosón y el conjunto de ellos sería el campo. Los bosones, al rodear la partícula, le confieren masa y hacen que haya una cierta resistencia a su movimiento. De la misma forma, un fotón podría ser equivalente a un desconocido que atraviesa el salón (el campo) sin que se le ofrezca ninguna resistencia, porque no tiene masa.

Otra forma de verlo es imaginar al universo como un gran océano: las moléculas de agua son los bosones de Higgs y el océano es el campo de Higgs, que ofrece una resistencia a los peces (las partículas), dándoles masa. Unas partículas encuentran mucha resistencia porque tienen más masa (ballenas) y otras no encuentran ninguna (los fotones).
Colisión registrada por el detector CMS
El descubrimiento de la partícula de Higgs, además de lo mencionado, viene a confirmarnos una vez más que el método científico funciona. Por un lado, su existencia fue predicha en 1964 por medio de modelos y teorías científicas, las cuales fueron analizadas y validadas a su vez por otros científicos a lo largo de los años. Por el otro, su descubrimiento fue realizado por medio de la investigación y la experimentación científicas. Además, de aquí en adelante, este hallazgo será comprobado y puesto a prueba por los científicos presentes y futuros de todo el mundo. El experimento será replicado cuantas veces haga falta y su método y resultados, que son públicos, serán examinados exhaustivamente por todo aquel que desee hacerlo, y cualquier falla en la teoría o en los experimentos será dada a conocer y el error será admitido aunque duela. Porque eso es la ciencia.