jueves, 21 de junio de 2012

No más excusas religiosas

La fuerza de la fe, según La pulga snob.
Estamos en el 2012. No llegó el fin del mundo, a pesar de que fue anunciado muchas veces por fanáticos religiosos, supuestos profetas, videntes y conspiracionistas. No vino ningún mesías, aunque muchos lo sigan esperando. No sabemos de ningún dios de ninguna religión que haya hablado a toda la humanidad ni de ninguna evidencia de que ningún dios siquiera exista. Sin embargo, en todo el mundo, millones de personas rigen sus vidas en base a una multitud de creencias religiosas sin ninguna base ni sustento. Sólo la "heredan" de generación en generación dependiendo del lugar donde nacieron. Sí, quizás la gran mayoría sólo vive su vida sin que su religión interfiera con la de los demás. ¿O no?

No, porque les guste o no, son parte de las muchísimas las atrocidades que los fanáticos religiosos cometen contra sus semejantes con la excusa de la fe. En realidad, esas excusas a veces les hacen olvidar que son sus semejantes. La fe ciega les hace ver a los demás como inferiores a ellos porque, claro, si ellos han visto "la verdad", los demás no, por algo debe ser. O no son dignos de ella o son incapaces de verla. Quizás hasta se merezcan lo que les pase.

Esas excusas basadas en las religiones han sido -y siguen siendo- usadas por personas de todas las épocas, culturas y regiones del planeta para
  • discriminar, violar, torturar y asesinar mujeres, a los homosexuales y a todo el que profese otra religión, o ninguna,
  • prohibir los matrimonios entre personas del mismo sexo,
  • promover la misoginia y el sexismo,
  • promover el racismo,
  • prohibir el aborto,
  • prohibir la educación sexual en las escuelas,
  • prohibir las medidas anticonceptivas,
  • interferir en la lucha contra la propagación de las enfermedades de transmisión sexual,
  • fomentar la educación religiosa en las escuelas,
  • prohibir la eutanasia y la muerte digna,
  • promover el misticismo, las supersticiones, el oscurantismo,
  • inculcar sentimientos de miedo y culpa hacia todo lo que pueda significar disfrutar y sentir placer,
  • y la lista podría seguir.
Estas excusas simplemente ya no pueden seguir siendo válidas. Hace mucho que no lo son, pero hay una idea generalizada de respetar las creencias de los demás. Yo ya no adhiero a esa idea, cada vez que esas creencias hagan que alguien vea afectada su calidad de vida, sus libertades o sus posibilidades de ser feliz.

Muchas de estas cosas siguen sucediendo porque los creyentes que no son fanáticos religiosos (seguramente la gran mayoría) no se dan cuenta de que deberían hacer oir su voz para que se dejen de cometer estas y otras atrocidades en su nombre. Todos y cada uno de los adherentes a una doctrina religiosa son en parte responsables de lo que los altos mandos de ese credo hacen gracias a su adhesión y la de millones de fieles. Los católicos saben perfectamente que la Iglesia Católica no es Dios y así nos lo recuerdan cuando enumeramos los casos de curas pederastas defendidos o apañados por esa institución. Pues bien, si la Iglesia no es Dios, entonces hablar en contra de las acciones de los representantes terrenales de la Iglesia no es estar en contra del catolicismo ni renegar de la propia fe, así que lo pueden hacer tranquilos. De igual forma, las barbaridades que se llevan a cabo dentro de los regímenes islámicos deben ser denunciadas por todos los que tenemos la posibilidad de hacerlo, cada uno a su manera, ya que en la mayoría de esos países hablar en contra del Islam puede significar una condena de muerte.

Así como la principal arma que tiene el fanatismo religioso es la ignorancia, las armas más importantes en su contra son la libertad de expresión y la educación. Por supuesto que esto sólo es posible, además, en un estado laico. Hace poco en la serie The West Wing (episodio 18 de la primer temporada) vi una frase relacionada con la relevancia que se le debería dar a la educación:
"-La educación es la 'bala de plata'. La educación es todo. No necesitamos pequeños cambios, necesitamos cambios gigantescos. Las escuelas deberían ser palacios, la competencia para ser el mejor docente debería ser feroz, deberían ganar salarios de seis cifras. Las escuelas deberían ser increíblemente caras para el gobierno y totalmente gratis para todos sus ciudadanos [...]"
Con esto no quiero decir que la educación vaya a eliminar las religiones, pero seguramente podría disminuir enormemente sus efectos negativos, al otorgar a las personas, desde niños, las herramientas necesarias para el pensamiento crítico, el debate de ideas y la creatividad, que son fundamentales para cuestionar los dogmas religiosos.

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